CAMBOYA
Mu Sochua es una política camboyana y defensora de los derechos humanos que ha dedicado su vida a luchar por los derechos de la mujer y la democracia en el Sudeste Asiático. Ha pasado la mayor parte de su vida adulta exiliada en Estados Unidos. Cuando regresó a Camboya en 1991, trabajó en la reconstrucción de su país, primero fundando Khemara, una ONG que empodera a las mujeres, y después afiliándose al partido FUNCINPEC. Mu Sochua obtuvo un escaño en el Parlamento y fue la primera ministra de Asuntos de la Mujer y los Veteranos entre 1998 y 2004. Dado que el gobierno del primer ministro Hun Sen se volvía cada vez más corrupto, Mu Sochua dimitió y se convirtió en vicepresidenta del Partido de Rescate Nacional de Camboya (CNRP), principal partido de la oposición en Camboya. Desde entonces, dedica su trabajo por los derechos humanos a combatir la trata de personas y el trabajo sexual, y siempre a promover la igualdad. Mu Sochua ha recibido el Vital Voices' Leadership Award y fue candidata al Premio Nobel de la Paz en 2005. Desde la disolución del CNRP en 2017, vive de nuevo en el exilio. En su país de origen, siempre tiene casos pendientes. En la entrevista, nos ofrece su opinión sobre la difícil situación que viven sus abogados en Camboya.
VITA
Mu Sochua es una política camboyana y defensora de los derechos humanos que ha dedicado su vida a luchar por los derechos de la mujer y la democracia en el Sudeste Asiático. Ha pasado la mayor parte de su vida adulta exiliada en Estados Unidos. Cuando regresó a Camboya en 1991, trabajó en la reconstrucción de su país, primero fundando Khemara, una ONG que empodera a las mujeres, y después afiliándose al partido FUNCINPEC. Mu Sochua obtuvo un escaño en el Parlamento y fue la primera ministra de Asuntos de la Mujer y los Veteranos entre 1998 y 2004. Dado que el gobierno del primer ministro Hun Sen se volvía cada vez más corrupto, Mu Sochua dimitió y se convirtió en vicepresidenta del Partido de Rescate Nacional de Camboya (CNRP), principal partido de la oposición en Camboya. Desde entonces, dedica su trabajo por los derechos humanos a combatir la trata de personas y el trabajo sexual, y siempre a promover la igualdad. Mu Sochua ha recibido el Vital Voices' Leadership Award y fue candidata al Premio Nobel de la Paz en 2005. Desde la disolución del CNRP en 2017, vive de nuevo en el exilio. En su país de origen, siempre tiene casos pendientes. En la entrevista, nos ofrece su opinión sobre la difícil situación que viven sus abogados en Camboya.
El año pasado nos contó que un tribunal camboyano le había condenado a 20 años de prisión en un juicio «in absentia». ¿Cómo va el proceso en los tribunales?
Bueno, yo no lo llamaría en absoluto proceso. Sería un proceso si a mí, como acusada, se me hubiera concedido la oportunidad de defenderme. Yo lo llamaría persecución, persecución política. Por lo tanto, no es un proceso conforme al derecho al uso. No me defiendo con mi voz dentro de la sala del tribunal, sino que me veo obligada a hacerlo desde fuera.
Este supuesto juicio se celebró «in absentia». ¿Recibió asistencia jurídica «in situ»?
Tuve la oportunidad de elegir, porque tengo doble nacionalidad, la de Estados Unidos y la de Camboya. Así que opté por ambas posibilidades. Tengo un abogado camboyano con el que me comunico de forma encriptada a través del servicio de mensajería «Signal». Me ofrece consejos sobre lo que debo hacer y yo le doy instrucciones claras sobre cómo debe representarme. Mi principal objetivo es que se me dé derecho a regresar a Camboya y defenderme. Exijo un juicio justo como ciudadana camboyana. Pero también tengo un abogado pro bono en Estados Unidos. También he presentado mi caso a los senadores de Rhode Island. Estos últimos han intervenido en mi nombre y han escrito a la embajada estadounidense en Camboya pidiendo asistencia para que pueda regresar a Camboya como ciudadana estadounidense.
¿A qué dificultades se enfrenta su abogado en Camboya cuando le representa ante los tribunales o le asesora?
Mi abogado en Camboya se llama Som Sakhun y es uno de los abogados «pro bono» que trabaja en casos políticos. Dado su vínculo con los casos políticos, no recibe el mismo trato que los abogados del Gobierno ni que los abogados privados que también realizan pagos en negro y utilizan la influencia del Gobierno en el tribunal. Me cuenta que incluso a veces tiene que esperar días a que los secretarios judiciales le faciliten la documentación. En primer lugar, porque no puede pagarles y también porque se trata de casos políticos y, por tanto, tienen más reticencias a concederles acceso a los documentos. Ese es un primer reto. El segundo es que el gobierno influye en las decisiones de los jueces.
«El objetivo es siempre defender los derechos fundamentales de los acusados, su dignidad humana y la justicia».
Ya que lo menciona… ¿Cuál es la situación de los abogados defensores de los derechos humanos en Camboya?
Están muy frustrados. En primer lugar, no reciben un buen trato porque trabajan en casos políticos y casos relacionados con los derechos humanos. Es a quienes más les cuesta acceder a los archivos y, a menudo, se les deniega el acceso. En 2009 tenía un abogado diferente en otro caso. En aquel momento, cuando presenté una demanda contra el primer ministro ante los tribunales por discriminación política, mi abogado se vio obligado a dejar el caso porque, de lo contrario, habría perdido su licencia para ejercer la abogacía y habría sido expulsado del Colegio de Abogados de Camboya. A pesar de ello, continuó representándome hasta que el gobierno le complicó mucho la vida.
En nuestra última entrevista nos contó lo siguiente sobre su trabajo en derechos humanos: «Tenemos que intentarlo hasta el final, y si no hay final, seguimos adelante». ¿Diría lo mismo a los abogados defensores de los derechos humanos de Camboya?
Creo que el final siempre es la justicia. El objetivo es siempre defender los derechos fundamentales de los acusados, sus derechos humanos, dignidad humana y la justicia. Como abogados, debemos atenernos a estas normas jurídicas, incluso cuando representamos a presuntos delincuentes. Los abogados de derechos humanos prestamos un juramento. Una vez le dije a un juez: «Usted ha prestado juramento, debe cumplir la ley». No podía mirarme a los ojos, no podía. Creo que siempre hay que enfrentarse a las cuestiones de justicia, hay que mirar a la justicia directamente a los ojos. Los que no nos sostienen la mirada son también complacientes y manipulables.
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