PAKISTÁN

Hina Jilani

«No puedo quejarme de la injusticia que sufre nuestro país o nuestra sociedad si no me revelo y lucho contra ella».

PAKISTÁN

Hina Jilani

Hina Jilani fue una de las fundadoras de la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán (HRCP, por sus siglas en inglés) y es la actual presidenta. Es una destacada defensora de los derechos humanos a escala nacional e internacional. Además, fue una de las cabezas visibles del movimiento feminista paquistaní y defendió sin miedo los derechos de la mujer, a pesar de las hostiles amenazas y la propaganda. En 1980 fundó el primer bufete de abogacía exclusivamente femenino de Pakistán y el Women’s Action Forum. También fue una de las fundadoras de Dastak, una institución que ofrece asistencia jurídica y refugio a las supervivientes de la violencia de género. En 2000, Hina Jilani fue nombrada primera representante especial del secretario general de la ONU para los defensores de los derechos humanos. Asimismo, fue miembro de la Comisión Internacional de Investigación para Darfur en 2004, del Panel de Juristas Eminentes sobre Terrorismo, Lucha Antiterrorista y Derechos Humanos en 2006 y de la Misión de Investigación de las Naciones Unidas sobre el Conflicto de Gaza en 2009. En 2013, Hina Jilani fue elegida miembro de la Comisión Internacional de Juristas, y en 2020 fue nombrada miembro de una comisión internacional de investigación de la violencia policial racista sistémica contra los afrodescendientes en Estados Unidos. Como pionera en el ámbito de los derechos humanos, Hina Jilani ha recibido numerosos premios y reconocimientos, entre ellos el Premio Milenio de la Paz para Mujeres en 2001 y el Premio de Derechos Humanos de Estocolmo en 2020.

VITA

Hina Jilani fue una de las fundadoras de la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán (HRCP, por sus siglas en inglés) y es la actual presidenta. Es una destacada defensora de los derechos humanos a escala nacional e internacional. Además, fue una de las cabezas visibles del movimiento feminista paquistaní y defendió sin miedo los derechos de la mujer, a pesar de las hostiles amenazas y la propaganda. En 1980 fundó el primer bufete de abogacía exclusivamente femenino de Pakistán y el Women’s Action Forum. También fue una de las fundadoras de Dastak, una institución que ofrece asistencia jurídica y refugio a las supervivientes de la violencia de género. En 2000, Hina Jilani fue nombrada primera representante especial del secretario general de la ONU para los defensores de los derechos humanos. Asimismo, fue miembro de la Comisión Internacional de Investigación para Darfur en 2004, del Panel de Juristas Eminentes sobre Terrorismo, Lucha Antiterrorista y Derechos Humanos en 2006 y de la Misión de Investigación de las Naciones Unidas sobre el Conflicto de Gaza en 2009. En 2013, Hina Jilani fue elegida miembro de la Comisión Internacional de Juristas, y en 2020 fue nombrada miembro de una comisión internacional de investigación de la violencia policial racista sistémica contra los afrodescendientes en Estados Unidos. Como pionera en el ámbito de los derechos humanos, Hina Jilani ha recibido numerosos premios y reconocimientos, entre ellos el Premio Milenio de la Paz para Mujeres en 2001 y el Premio de Derechos Humanos de Estocolmo en 2020.

¿Qué le llevó a convertirse en abogada y a decidir centrarse profesionalmente en los derechos humanos?

El derecho me atraía porque mi padre era activista de los derechos humanos y político. Como fue detenido en diversas ocasiones por su labor política, me familiaricé desde muy pronto con todo lo relacionado con el derecho constitucional y el poder judicial en Pakistán. Estas experiencias me motivaron a convertirme en jurista. Fui la primera de la familia que se hizo abogada.

¿Cuál ha sido su experiencia como abogada en Pakistán?

Al principio de mi carrera jurídica era una de las pocas abogadas del país, y probablemente incluso una de las primeras mujeres en ejercer la abogacía en los tribunales. Visto desde fuera, el entorno era difícil, pero una vez dentro, resultaba fascinante. Mis compañeros hombres no me tomaban en serio. Tras sumergirme en la profesión, creció mi deseo de seguir siendo abogada durante mucho tiempo.

¿A qué retos particulares se ha enfrentado concretamente en los casos relacionados con los derechos humanos?

Comenzaron bastante pronto en mi carrera, cuando me percaté de que ejercer la abogacía era un privilegio que tenía que aprovechar para apoyar a los menos privilegiados y a los marginados políticos que necesitaban acceder a la justicia, pero no podían hacerlo por razones económicas o sociales. Es muy difícil defender los derechos humanos en un país liderado por un gobierno represivo. Otro reto importante era que los prejuicios sociales contra los grupos desfavorecidos de Pakistán, en particular contra las mujeres, las minorías no musulmanas y los trabajadores forzados, se infiltraban en la mentalidad del poder judicial, lo que afectaba a su imparcialidad. Trabajé en este tipo de casos al principio de mi carrera, en la década de los ochenta, cuando gobernaba Muhammad Zia-ul-Haq quien, en un régimen militar muy represivo, utilizaba el islam como arma, especialmente contra las mujeres y las minorías no musulmanas. No solo me convertí en una jurista que aceptaba casos de discriminación contra mujeres y minorías no musulmanas, sino que también destaqué como activista y defensora de los derechos humanos que salía a la calle y alzaba la voz contra la opresión.

Con esta valiente decisión, sin duda la resistencia era de esperar.

Este tipo de perfil invitaba claramente a la reacción, y la hubo, tanto por parte de agentes públicos como no públicos. Estuve detenida, bajo arresto domiciliario, y fui víctima de violencia en la calle por parte de las fuerzas del orden y de agentes no públicos. Recibí muchas amenazas de muerte. Uno de los grupos extremistas asaltó mi casa y tomó como rehenes a los miembros de mi familia. Además, tanto la casa de acogida de mujeres como yo sufrimos una gran hostilidad por parte de los familiares de las víctimas amenazadas con crímenes de honor. Recuerdo el caso concreto de un crimen de honor en el que una chica fue asesinada por su familia mientras estaba conmigo en mi despacho. He sufrido estas experiencias, pero mi compromiso con la tarea sigue siendo el mismo. Cuando veo una injusticia, no puedo mirar hacia otro lado. No puedo quejarme de la injusticia que sufre nuestro país o nuestra sociedad si no me revelo y lucho contra ella.

¿Qué asuntos relacionados con los derechos humanos le interesan en particular?

Uno de los procesos más dolorosos que he vivido ha sido la lucha por los derechos de la mujer en mi país, en particular sus derechos sociales y políticos, como la libertad de elegir cónyuge, el derecho a la vida y la libertad individual. Aunque ha sido agotador, creo que es aquí donde he logrado los mejores resultados. Cuando empecé a ejercer la abogacía, los derechos de la mujer estaban en una situación muy difícil. Los prejuicios del poder judicial contra las mujeres eran tan fuertes como los de la sociedad en su conjunto. Sin embargo, me alegra afirmar que hemos contribuido en gran medida a cambiar esta mentalidad y también la legislación. A lo largo de los años, hemos conseguido cimentar los derechos de la mujer en nuestras leyes.

«No puedo quejarme de la injusticia que sufre nuestro país o nuestra sociedad si no me revelo y lucho contra ella».

¿Qué papel juega la abogacía en la defensa del Estado de derecho en Pakistán?

La abogacía en Pakistán lleva mucho tiempo defendiendo el Estado de derecho. Contamos con abogados de renombre que trabajan «pro bono» para quienes están comprometidos con la democracia, los derechos humanos y el Estado de derecho, y que luchan por una causa y no solo por un caso. Sin embargo, existen diferentes opiniones dentro del Consejo de Abogados de Pakistán y, en ocasiones, dicho órgano está dividido políticamente. No se puede afirmar tajantemente que los abogados protejan el Estado de derecho solo porque trabajen con las leyes. Tradicionalmente, en el colegio de abogados, se ha defendido el Estado de derecho, pero actualmente la situación ha empeorado en cierta medida. No obstante, seguimos respetando las opiniones de los colegios de abogados. Los tribunales son una institución importante y, tanto los abogados como las abogadas, debemos velar por que se respeten siempre. No obstante, los propios tribunales también deben ser conscientes de que, ante todo, protegen los derechos de las personas y garantizan el acceso a la justicia. Esa es la razón por la que sigo subiéndome a la tribuna, a pesar de las frustraciones que he sufrido en mis 40 años de ejercicio. Debemos conseguir que los tribunales no queden al margen.

¿Qué evolución cree que tendrá su compromiso con los derechos humanos en el futuro?

No veo que mi compromiso con los derechos humanos vaya a caer. La situación en Pakistán siempre ha sido tan mala que no podemos quedarnos de brazos cruzados. Tenemos que revelarnos y actuar. Mi compromiso sigue siendo el mismo que al principio de mi carrera.

¿Qué mensaje le gustaría transmitir a los abogados y las abogadas que defienden los derechos humanos?

La experiencia me dice que siempre hay momentos difíciles, pero no podemos dejar de creer en la defensa del Estado de derecho y los derechos humanos. Nuestra esperanza es la lucha. Si continuamos luchando, al final lograremos vencer. Incluso el éxito más pequeño me carga de energía para la próxima, porque siempre habrá una próxima vez. No llegará nunca el momento en que diga que me planto y lo dejo.

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