AFGANISTÁN

Homa Alizoy

«Mientras siga viva, siempre lucharé por la protección de las mujeres y por los derechos humanos. Ahora más que nunca es mi misión. Ha llegado el momento de que nuestra lucha se globalice».

AFGANISTÁN

Homa Alizoy

Homa Alizoy trabajaba como jueza en Afganistán desde hacía más de treinta y cinco años. Fue jefa de los tribunales de familia y menores y del Tribunal Penal de apelación de Kabul. Homa Alizoy es miembro destacado de la Red de Mujeres Afganas (AWN) y fundadora de la red regional de mujeres que emprendió las actividades por la paz y propuso una enmienda constitucional al Gobierno afgano. En 2014, Homa Alizoy fue elegida por el presidente afgano como enviada de paz del país. Su labor también ha recibido el reconocimiento del Parlamento afgano, la Comisión Independiente de Derechos Humanos en Afganistán y diversas organizaciones internacionales. Ha participado como ponente en numerosas conferencias internacionales sobre derechos de la mujer, paz y seguridad en países como los Países Bajos, Irán, India, Sri Lanka, Suiza, Alemania, Tayikistán y Estados Unidos. Homa Alizoy cuenta con numerosos años de experiencia en la lucha contra la corrupción, la defensa de los derechos de la infancia y de la mujer y el derecho penal. 

VITA

Homa Alizoy trabajaba como jueza en Afganistán desde hacía más de treinta y cinco años. Fue jefa de los tribunales de familia y menores y del Tribunal Penal de apelación de Kabul. Homa Alizoy es miembro destacado de la Red de Mujeres Afganas (AWN) y fundadora de la red regional de mujeres que emprendió las actividades por la paz y propuso una enmienda constitucional al Gobierno afgano. En 2014, Homa Alizoy fue elegida por el presidente afgano como enviada de paz del país. Su labor también ha recibido el reconocimiento del Parlamento afgano, la Comisión Independiente de Derechos Humanos en Afganistán y diversas organizaciones internacionales. Ha participado como ponente en numerosas conferencias internacionales sobre derechos de la mujer, paz y seguridad en países como los Países Bajos, Irán, India, Sri Lanka, Suiza, Alemania, Tayikistán y Estados Unidos. Homa Alizoy cuenta con numerosos años de experiencia en la lucha contra la corrupción, la defensa de los derechos de la infancia y de la mujer y el derecho penal. 

¿Cómo se encuentra?

Estoy bien e intento cuidarme, pero sigo teniendo pesadillas de mi tiempo en Afganistán, en particular del terror y de las amenazas de los talibanes. Por ejemplo, a veces, el mínimo ruido me mantiene despierta hasta por la mañana, porque temo por mi vida. Sigo aterrorizada. Ahora tengo que acostumbrarme al nuevo entorno, al nuevo idioma y adaptarme a la realidad del país donde voy a solicitar asilo.

¿De qué trabajaba hasta agosto de 2021, cuando los talibanes derrocaron al Gobierno, y en qué medida lo hacía en favor de los derechos humanos?

Antes del 15 de agosto de 2021, era jueza del Tribunal Supremo de Afganistán. Llevo 20 años luchando por los derechos humanos, en particular por los derechos de las mujeres y la infancia. He sido testigo de las enormes victorias jurídicas que las mujeres han logrado en todo el mundo. Pero, en mi país, las mujeres y las niñas siguen presas del patriarcado. Se les niegan las libertades y los derechos humanos más básicos, como la elección propia del cónyuge, el empleo, la educación y los bienes en propiedad. La violencia contra las mujeres está muy extendida en Afganistán y adopta diversas formas, que abarcan desde los llamados crímenes de honor, el matrimonio forzado de menores, brutales palizas y quemaduras, violaciones y decapitaciones o la privación de herencia. En mi sociedad, por mucho que una mujer se esfuerce, ni siquiera se le reconoce una personalidad jurídica propia. La discriminación de las mujeres y las campañas propagandísticas que alientan abiertamente los prejuicios contra ellas y su discriminación fueron las que me llevaron a luchar por los derechos de la mujer.

Como jueza del Tribunal Supremo en Afganistán, ¿qué medidas concretas pudo adoptar para mejorar la protección de los derechos humanos?

Además de mi labor judicial, mis esfuerzos se centraron principalmente en la aplicación de la Resolución 1325 de la ONU, junto con otras organizaciones, como el Ministerio de la Mujer y la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán (AIHRC). El objetivo era defender los derechos de la mujer formulando nuevas políticas y leyes y, al mismo tiempo, consolidarlos en un Plan Nacional de Acción para la Igualdad de la Mujer. Colaboré durante muchos años con instituciones nacionales e internacionales en la revisión de las disposiciones sobre derechos civiles en el derecho familiar y denuncié constantemente ante el Gobierno la falta de derechos de la mujer. Como directora del Tribunal de familia, decidí cambiar la redacción de los certificados de matrimonio, ya que no garantizaban los derechos de la mujer dentro de la familia ni en el matrimonio. Como presidenta de la Red de Mujeres Afganas, también intenté conseguir que la participación política de las mujeres se considerase una prioridad absoluta.

Como jueza, ¿ha trabajado en casos que hayan supuesto una amenaza para su propia seguridad?

Era justo por mis actividades judiciales por lo que recibí varias amenazas de grupos terroristas y sus partidarios, que a menudo ocupaban altos cargos en el gobierno. Siempre denuncié todas estas amenazas al Ministerio de Seguridad interior y a la Fiscalía General. El gobierno me concedió tres guardaespaldas y un vehículo blindado para protegernos a mi familia y a mí. Por desgracia, estas amenazas continuaron hasta el derrocamiento del gobierno de Ashraf Ghani. La mañana en que se produjo, de camino al Tribunal, dispararon dos balas contra mi coche, aunque afortunadamente mis guardaespaldas, mi chófer y yo salimos ilesos.

No he podido pasar ni una noche en casa desde que se produjo aquel ataque. Los talibanes me acosaban a diario con amenazas por teléfono, e incluso atacaron a mi sobrino, a quien llegaron a detener para que revelara mi paradero. Lo soltaron al cabo de dos días, pero con la condición de que me encontrara. Los acontecimientos no pararon aquí: de vez en cuando, recibía llamadas y mensajes de criminales excarcelados por WhatsApp. A principios de septiembre de 2021, unos delincuentes secuestraron al hijo de mi hermano, de 14 años, que vivía conmigo.

No pude con esto, y fue el motivo definitivo para dejar de poner en peligro a mi familia por mi presencia en Kabul. Con el apoyo de la International Bar Association, dejé mi hogar. Los talibanes, que siguen intentando encontrarme, asaltaron hace poco nuestra casa en Kabul y volvieron a detener y a torturar a miembros de mi familia.

«Mientras siga viva, siempre lucharé por la protección de las mujeres y por los derechos humanos. Ahora más que nunca es mi misión. Ha llegado el momento de que nuestra lucha se globalice».

Lo lamento mucho. ¿Qué ha sucedido con las personas que trabajaban con usted en el Tribunal Supremo de Afganistán?

Ante las amenazas de muerte de los talibanes y los criminales excarcelados, tuve que abandonar a mis seres queridos. Muchos de mis compañeros y fiscales viven ahora en la clandestinidad en condiciones de seguridad y de vida catastróficas. Están aislados y prácticamente no tienen hogar. Los mulás y los clérigos religiosos se han apoderado de la justicia y aplican las escasas enseñanzas religiosas que les han inculcado por tradición. No obstante, mientras viva, siempre lucharé por la protección de las mujeres y por los derechos humanos. Ahora más que nunca es mi misión. Ha llegado el momento de que nuestra lucha se globalice. Solo pido al mundo que no reconozca a los talibanes. Con sus acciones terroristas, son los responsables de la muerte de miles de soldados de mi país y de personas inocentes. Les digo abiertamente a los talibanes, aunque sean un grupo autoritario y fanático: ¿Os creéis los herederos del islam? ¿Sabéis que vuestros actos inhumanos hacen que se odie a esta religión en todo el mundo? Dejad de matar a inocentes, a las minorías religiosas y a las mujeres. No impidáis que las niñas trabajen, porque eso va en contra del islam. Sois los culpables de la miseria que sufre el pueblo de Afganistán. Dejad a un lado vuestra hostilidad con sus habitantes y respetad las leyes nacionales e internacionales.

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