MYANMAR

La situación de los abogados

La abogada entrevistada desea permanecer en el anonimato por temor a recibir amenazas.

MYANMAR

La situación de los abogados

La abogada entrevistada desea permanecer en el anonimato por temor a recibir amenazas.

En un principio quería ser abogada para empresas. ¿Qué le llevó a convertirse en abogada defensora de los derechos humanos?

La actual crisis política en Myanmar me llevó a dejar de prestar servicios de asesoramiento jurídico y empresarial. Creo que era buena en mi campo, incluso abrí mi propio bufete de abogados. Lamentablemente, en febrero de 2021, tuve que interrumpir todas las actividades de mi bufete. Así que no he sido la típica que ha trabajado de abogada de derechos humanos desde el principio, pero desde 2013 asesoro a los agricultores sobre sus derechos sobre la tierra. Mis abuelos y mi padre eran agricultores. Cuando estaba en quinto o sexto curso más o menos, el Gobierno expropió nuestras tierras para construir el aeropuerto internacional de Mandalay. Nadie recibió una compensación por sus tierras y los cultivos que no pudieron cosecharse. Para construir el aeropuerto, se destruyeron algunos pueblos. Era triste observar cómo la gente tenía que mudarse a otro lugar corriendo con todos los gastos. Además, se obligó a los aldeanos a participar en la construcción de las carreteras frente a sus viviendas sin recibir remuneración por ello. Las tropas del gobierno acosaban sexualmente a las mujeres cuando las obligaban a participar en la construcción de dichas carreteras. Tuve que participar en la construcción de esta carretera con tan solo diez años. Por eso quería participar en casos relacionados con las violaciones de los derechos humanos.

Impresiona que haya renunciado al trabajo de sus sueños y que se dedique a la defensa de los derechos humanos. ¿Cuáles son las tareas y los retos a los que se enfrenta en su nuevo ámbito laboral?

Ahora represento a personas a las que se les ha detenido ilegalmente por sus ideas políticas. Mi labor es garantizar que se respeten sus derechos como presos. En la prisión de Insein, en Rangún, se despoja a los presos del derecho a una vida digna. Desde el momento de su detención, se les impide ver a sus familias. Me dedico a presentar mociones para que se les garanticen sus derechos legales, pero casi siempre me las tumban. Hago todo lo que realmente está en mi mano como abogada para ayudar a quienes son detenidos y sometidos a prácticas ilegales. Solo se me permite reunirme con mis clientes en los tribunales. También intento transmitirles afecto y cariño en nombre de sus familias, además de consolarles, escuchar sus necesidades e incluso satisfacerlas si está en mi mano.

Ha dicho que representa sobre todo a personas que han sido detenidas ilegalmente. ¿Cuál es la situación de sus clientes en la cárcel?

En prisión se ignoran los derechos básicos de más de 40 de mis clientes. Comparten con más de 100 personas una celda pequeña y concurrida que está preparada para 50 personas como máximo. El espacio es tan estrecho que no pueden moverse e incluso se tocan entre sí. A algunos de mis clientes se les obliga a manipular aguas residuales como parte de los trabajos forzados, a otros los torturan brutalmente y algunos están encadenados con hierros. Uno de mis clientes, de apenas 20 años, tuvo que pasar día y noche en régimen de aislamiento con los pies encadenados por haber celebrado el cumpleaños del general Aung San, un político birmano ya fallecido. Cuando lo vi en la sala, tenía los pies muy hinchados por el roce de la cadena. Tenía las heridas infectadas y fiebre alta. En los juzgados tuve que ayudarle a limpiarse las heridas, tanto de los pies como de todo el cuerpo. En otro juzgado, no se permitía a los reclusos salir de un minúsculo furgón. Tuvieron que esperar a que llegara su turno de juicio para poder salir del vehículo.

¿Qué problemas le acarrea su participación en casos políticos, en particular en lo relativo a su propio bienestar?

Desde marzo de 2021, trabajo en casos de persecuciones políticas, especialmente contra personas detenidas por sus opiniones políticas. La relación entre los abogados que trabajan en casos «normales» y los que lo hacen en casos políticos no es proporcional. En ocasiones, me siento física y mentalmente agotada cuando llevo un año representando a estos clientes. Me enfrento continuamente a decisiones injustas y normativas ilegales.

Una sola comisaría tiene que ocuparse de cientos de casos. Los agentes de policía suelen declarar como testigos en estos casos, y mienten sin querer llegar al fondo de la verdad. Cuando comparecen ante el tribunal, leen en el estrado una declaración ya redactada. He denunciado esta práctica varias veces, ya que es claramente ilegal, aunque el tribunal suele permitirla. No obstante, si insistiera en declararla ilegal, el tribunal me acusaría de ser partidario de la violencia y me tacharía de cómplice. Me acusarían de delitos penales. Si hoy denuncio ante un tribunal las prácticas ilegales, las fuerzas de seguridad podrían presentarse en mi casa al día siguiente.

Teniendo en cuenta la situación de peligro a la que se enfrentan los defensores de los derechos humanos en Myanmar: ¿Cómo piensa defender los derechos de los presos políticos en el futuro?

Es necesario denunciar las acciones de los jueces y juezas que deliberadamente hacen caso omiso de las conclusiones de las investigaciones y las comparecencias y que, en su lugar, se limitan a aplicar las órdenes que les llegan desde arriba. Debe permitirse al Comité Internacional de la Cruz Roja entrar en las prisiones para apoyar a los reclusos cuyos derechos humanos están siendo vulnerados. Me gustaría tomar medidas concretas contra las prácticas ilegales de los tribunales y las violaciones de los derechos humanos en las cárceles. Para ello, necesito ganarme el apoyo de la opinión pública y de las organizaciones internacionales relevantes de manera que los activistas políticos reciban un trato justo y tengan derecho a defenderse. Los presos de conciencia deben poder vivir con dignidad en las cárceles. Admiro a quienes defienden los derechos humanos y la democracia. Durante el breve periodo democrático de Myanmar, pudimos expresar nuestras reivindicaciones. Por ejemplo, si la policía venía a tu casa a detener a alguien, se le preguntaba si tenía una orden judicial.

Es muy difícil para las personas que no conocen sus propios derechos informar a los demás sobre las injusticias, las decisiones ilegales y las prácticas ilícitas. Tenemos que conocer nuestros derechos y promoverlos en nuestro propio vecindario para que la gente observe el mundo con otros ojos.

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