ZIMBABUE

Douglas Coltart

«Estoy convencido de que los tribunales no son el principal campo de batalla para luchar por los derechos humanos».

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Douglas Coltart

Douglas Coltart es abogado y activista por los derechos humanos y la paz de Zimbabue. Es socio del bufete de abogados «Mtetwa & Nyambirai Legal Practitioners» y miembro de la ONG «Lawyers for Human Rights». Es coautor de un libro sobre derecho constitucional y ha realizado numerosas publicaciones sobre derechos humanos y litigios de interés público. Está convencido de que, a través del compromiso no violento y colectivo, la sociedad civil puede influir en la consecución de sociedades pacíficas y justas.

VITA

Douglas Coltart es abogado y activista por los derechos humanos y la paz de Zimbabue. Es socio del bufete de abogados «Mtetwa & Nyambirai Legal Practitioners» y miembro de la ONG «Lawyers for Human Rights». Es coautor de un libro sobre derecho constitucional y ha realizado numerosas publicaciones sobre derechos humanos y litigios de interés público. Está convencido de que, a través del compromiso no violento y colectivo, la sociedad civil puede influir en la consecución de sociedades pacíficas y justas.

¿Por qué decidió convertirse en abogado?

Mi decisión de convertirme en abogado estaba muy arraigada en mis creencias y en las experiencias que había vivido en Bulawayo de niño. Antes de que yo naciera, mi padre —también abogado— participó en la investigación de las masacres de Gukurahundi en la década de los ochenta y representó a muchos de los perseguidos en aquella época. A medida que fui creciendo, conocí a muchas personas que habían perdido a sus seres queridos durante este tiempo, y de niño, a principios de la década del 2000, fui testigo de terribles violaciones de los derechos humanos, incluso contra mí y contra mi familia. Quería contribuir a terminar con la injusticia de mi sociedad.

¿Cuáles son sus principales actividades como abogado defensor de los derechos humanos?

Represento a personas que son detenidas y procesadas por el simple hecho de ejercer sus derechos, como mujeres periodistas, sindicalistas, estudiantes, etc. En muchos de estos casos, el derecho penal se utiliza como arma política contra ciudadanos y ciudadanas zimbabuenses de a pie que hacen preguntas legítimas al Estado y al Gobierno, sueñan con un futuro mejor para nuestro país o simplemente exigen un salario digno. También represento a personas que emprenden acciones para defender sus derechos o los derechos de otros, ya sea demandando al Estado para reclamar una indemnización cuando alguien ha sido torturado o asesinado; o bien intentando que se anulen leyes inconstitucionales o demandando a empresas privadas que violan los derechos de las personas. También intento formar a los ciudadanos y las ciudadanas en seminarios para explicarles sus derechos constitucionales.

¿Puede contarnos algún caso en el que haya participado y que le llevara a convertirse en abogado de derechos humanos?

En enero de 2019, el Congreso de Sindicatos de Zimbabue convocó una huelga. En este contexto, recibí una llamada informándome de que un cliente (sindicalista) había sido detenido en Goromonzi, una zona rural al este de Harare, por unos hombres armados, enmascarados y no identificados. Por aquel entonces, varias personas ya habían desaparecido o habían sido asesinadas por presuntos agentes del Estado que actuaban al margen de las fuerzas de seguridad normales. Me temí lo peor. Al anochecer, corrí a la comisaría de Goromonzi para buscar a mi cliente. Tras intensas discusiones, se recibió una llamada de un alto funcionario de policía y mi cliente fue conducido a la comisaría. Después me explicó que viajaba con unos desconocidos armados en dirección contraria hasta que recibieron dicha llamada y regresaron camino a la comisaría. Estaba convencido de que le habrían matado si yo no hubiera intervenido. Esa noche, mientras me encontraba en la comisaría, llegó un camión con soldados y hombres enmascarados que, al parecer, intentaban de nuevo llevarse a mi cliente. Durante esa misma noche y la siguiente se produjeron otros dos intentos de secuestro, que fueron evitados por la policía. En el proceso judicial por los hechos, le representé a él y a otras dos personas demandadas por cargos completamente inventados. Ambos fueron finalmente absueltos.

¿En qué medida está la abogacía en general comprometida con los derechos humanos en su país?

La defensa de los derechos humanos está muy anclada en un determinado sector de la abogacía. Organizaciones como Zimbabwe Lawyers for Human Rights, el Zimbabwe Human Rights NGO Forum, la Young Lawyers Association of Zimbabwe (YLAZ), entre otras, han estado a la vanguardia de esta evolución. El Law Society of Zimbabwe también ha defendido el Estado de derecho a lo largo de los años, a pesar de sufrir intensas presiones del Estado, que ha intentado despojarlo de sus competencias reguladoras. En los últimos años, algunas protestas de los abogados contra la brutalidad policial han tenido éxito pero, por desgracia, también lo han hecho las continuas injerencias en la independencia del poder judicial. El Estado de derecho está cada vez más diluido.

«Estoy convencido de que los tribunales no son el principal campo de batalla para luchar por los derechos humanos».

¿Cuál cree que es la principal amenaza al Estado de derecho en Zimbabue?  ¿Nos puede explicar su experiencia personal?

Los abogados se enfrentan a muchos retos a la hora de defender el Estado de derecho. Los continuos ataques contra la independencia del poder judicial y de la abogacía suponen una grave amenaza para el Estado de derecho y el funcionamiento del sistema jurídico en su conjunto. Los peligros de proseguir nuestra defensa y de prestar asistencia jurídica incluyen la cárcel y la persecución penal. Se requiere un compromiso para este tipo de trabajo. En determinados casos, el Estado con frecuencia no establece una distinción entre yo, como abogado, y mi cliente. Para los representantes del Gobierno, somos la misma persona. Me han detenido tres veces hasta ahora solo por hacer mi trabajo, la policía me ha agredido en dos ocasiones y me han denunciado otras dos veces. Afortunadamente, en última instancia fui absuelto en ambos juicios y actualmente estoy demandando al Estado para reclamarles una indemnización por una detención, persecución y agresión injustas.

En el futuro, ¿cómo cree que seguirá ejerciendo la abogacía en Zimbabue?

Espero poder seguir aportando mi pequeño granito de arena a la promoción y defensa de los derechos humanos. El papel que desempeño como abogado es de mero apoyo, ya que ofrezco asistencia jurídica a quienes están realmente en primera línea de la lucha por los derechos humanos, como activistas, sindicalistas, estudiantes, periodistas y ciudadanos y ciudadanas de a pie que trabajan por el cambio. Estas son también las personas que me inspiran. Estoy convencido de que los tribunales no son el principal campo de batalla para luchar por los derechos humanos. Los derechos deben protegerse ante los tribunales una vez que se han conquistado, pero se lucha por ellos en las calles con el duro trabajo del activismo, la lucha no violenta y la reivindicación democrática, así que seguiré apoyando a quienes están en primera línea luchando por los derechos humanos.

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