Enfermedades mentales: Al 62,2 %de los presos condenados a muerte se les diagnosticó al menos una enfermedad mental. Entre los 88 presos, las principales enfermedades psiquiátricas detectadas fueron trastorno depresivo severo (30), trastorno de ansiedad generalizada (19) y trastorno por consumo de sustancias (18). Seis de ellos fueron evaluados por psicosis. 17 sufrían deficiencia cognitiva. El 31,7 % tenía un diagnóstico de patología dual y el 9,75 % tenía tres o más enfermedades mentales concurrentes. 34 corrían riesgo de suicidio y ocho habían intentado suicidarse.

Agonía mental y padecimiento en el pabellón de la muerte: El aislamiento social, la violencia por parte de las autoridades penitenciarias, la discriminación por el hecho de estar condenado a muerte y la falta de trabajo son factores relacionados con enfermedades mentales. El 94,1 % de los presos que corrían riesgo de suicidio también sufrían angustia por estar en el pabellón de la muerte (angustia psicológica y reacciones negativas por la pena de muerte y por la situación de estar a la espera de la ejecución).

El dolor como castigo: Al 60 % de los 88 presos entrevistados se les conmutó la pena de muerte o fueron absueltos por el Tribunal Superior de Justicia o el Tribunal Supremo. 13 de los 19 presos fueron absueltos, y a 18 de los 33 que lograron conmutar la pena se les diagnosticó al menos una enfermedad mental. Si aceptamos el dolor como castigo, el 60 % de los presos sufrieron ese dolor innecesariamente.

Reducir a los delincuentes a sus delitos es fácil. Las posibles razones que los llevaron a cometer delitos no deben justificarlos ni excusarlos. Sin embargo, la Convención de las Naciones Unidas contra la tortura (CAT, por sus siglas en inglés), que India ha firmado pero aún no ha ratificado, exige que se tengan en cuenta el respeto por la humanidad, las experiencias de vida de la persona y las limitaciones mentales y psicológicas a la hora de dictar sentencia. Es necesario dejar de deshumanizar a los presos condenados a muerte y verlos como personas, merecedoras de un trato acorde.